La osteoporosis se define como la pérdida de la densidad mineral ósea (DMO). Para poder entenderlo de manera más sencilla el hueso se vuelve más poroso y por ende más débil. Aumentando el riesgo de fractura y con ello todos los problemas asociados.

Esta patología es silenciosa e indolora y de difícil diagnóstico. Es más prevalente en el adulto mayor y en mujeres después de la menopausia. También en aquellos pacientes supervivientes de cánceres hormonales que se encuentran con terapia de deprivación hormonal (Inhibidores de la aromatasa, tamoxífeno, etc). Esto se debe en gran medida a que los estrógenos y testosterona, que son hormonas sexuales, regulan a favor el metabolismo del hueso como se puede observar en el vídeo que se encuentra al final del texto. En él se refleja muy bien el fenómeno de remodelación ósea.

Para el diagnóstico de la osteoporosis tenemos que recurrir a realizarnos una densitometría ósea a través de un DXA. Esta prueba nos dará a conocer en qué estado se encuentra el hueso comparándolo con el de una persona sana de 30 años del mismo sexo. Si nuestros valores se encuentran entren 0 y -1,5 se considerará normal. Entre -1,5 y -2,5 estaremos hablando de osteopenia, que es el paso previo a la osteoporosis. Finalmente, si la prueba señala unos valores menores o iguales a -2,5 tendremos el diagnóstico de osteoporosis.

Ahora viene la pregunta. ¿Qué hago si presento osteopenia u osteoporosis?, ¿Cuáles son las recomendaciones y que dicen las guías clínicas y profesionales del campo de la salud?. A nivel médico no vamos a entrar en materia ya que para eso están ellos, los cuales seguramente receten calcio, vitamina D y bifosfonatos. En cuanto a nosotros y lo que nos dice la ciencia destacamos el entrenamiento. Éste se ve reflejado como estrategia no farmacológica en la Sociedad Europea de Oncología Médica. En ella se destaca el papel del entrenamiento para reducir la pérdida de la DMO o aumentarla en algunos casos.

En cuanto a qué ejercicio se ha visto como el más seguro y eficaz para solventar este problema es aquel que incluya fuerza e impactos como se ha demostrado en los estudios de Winster-Stone et al. (2011). Este tipo de ejercicios son los que generan ese estrés mecánico en el hueso y favorecerán su remodelación. No otros como nadar, pasear, aquagym, deportes recreacionales en general, etc. Otro aspecto importante es la selección de ejercicios que debemos realizar. Deberíamos seleccionar aquellos ejercicios que generen ese estrés mecánico en las zonas donde está la osteoporosis, como peso muerto o prensa de piernas, los cuales generarán una mayor tensión mecánica en el cuello del fémur, trocánter, etc.  

Por último queremos destacar que el ejercicio físico es el único factor capaz de mejorar la microarquitectura del hueso. Esto quiere decir que si poseo tres columnas para sujetar el techo de una sala, éstas deben encontrarse bien distribuidas y repartiendo de forma adecuada las fuerzas. No apiladas en un rincón sin ser funcionales.

Todo esto debería ser realizado de forma progresiva por un profesional cualificado y formado que sepa ajustar las dosis de ejercicio e ir progresando para conseguir el objetivo de reducir la pérdida de DMO o mejorarla si es posible. Con ello prevenimos la fractura de ese hueso y mejoramos la supervivencia, además de calidad de vida del paciente.

REFERENCIAS:

  • R. Coleman J, J. Body  M. Aapro  P. Hadji J. Herrstedt. Bone health in cancer patients: ESMO Clinical Practice Guidelines. Ann Oncol (2014) 25 (suppl_3): iii124-iii137. DOI: https://doi.org/10.1093/annonc/mdu103
  • Winster Stone KM, Dobek J, Bennett JA, Leo MC, Naik A, Schwartz A. Strength training stops bone loss and builds muscle in postmenopausal breast cancer survivors: a randomized, controlled trial. Breast Cancer Res Treat. 2011 June;127(2):447-56. doi: 10.1007/s10549-011-1444-z